Solo acababas de llegar, como haces siempre. Proclamas tu existencia sin apenas conocer de ella. Ni siquiera yo misma te habría querido allí. Pero ahí estabais, tú y el frío.
Y así fue como caí en el montón de hojas secas y el recuerdo llegó a la asfixia. Así fue como mi almohada me deseó la muerte. Muerte por el deseo de tenerte.
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