Solo en la lejanía que recrea tu piel en mí, como si de magia se tratase, encuentro el primero de los espejos que me harán por fin descubrir quién soy. Solo en la memoria de los espacios que nunca supe cubrir e incluso al amanecer de lo que será un hogar para tantos, aguarda ahora el antílope pese al eco en su cornamenta. Pero, si al llegar ya ha comenzado la lluvia, recuerda que bajo el abeto llueve más fuerte.
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