lunes, 27 de enero de 2014

Huerto de raíles

Al tren de sus añoranzas, como espejismo incierto, sonaron las campanas de un invierno atestado por la cordura más pura en ella. Pero la espera persiste y guarda tanto en los ojos de su acompañante que consigue el llanto de la libélula. Sin embargo, al final del día , la lluvia es tierra húmeda, el café es vapor y la cigarra comienza la profecía de buenas noches. 
El tren se ha ido, ha anunciado la ausencia de su regreso. Emma ha dejado sus maletas, su perfume. Ha dejado su esencia y ahora todo es amapola.

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